Primero fue Tafí Viejo, que decidió crear un grupo de personas que colaborara con la Policía en las tareas de monitoreo y de prevención. Después el intendente Darío Monteros pobló Banda del Río Salí con sus guardias. Y en menos de cinco años, los hombres uniformados y hasta con armas forman parte del paisaje en las ciudades del interior. Se estima que las calles de 13 de los 19 municipios, en los últimos cinco años, son recorridas por casi 600 vigías. Ellos ayudan a proteger a más de un 1 millón de tucumanos. Pero ese crecimiento de cuerpos de guardias urbanas quedó en la mira de la Legislatura.

La Comisión de Seguimiento de la Ley de Emergencia de Seguridad aprobó un pedido de informes a todos los intendentes que lanzaron o mantuvieron a sus guardias en las calles. “Hay que hacer una reglamentación general para coordinar con los responsables de Seguridad de la provincia su funcionamiento. Si se repiten algunos modelos policiales que no dieron resultados, es una complicación y más aún si se llega al extremo de entregarles armas”, explicó el legislador radical Fernando Valdez, autor del proyecto que fue aprobado por unanimidad por sus pares.

El panorama no es claro porque cada municipio trabajó este tema a su manera. Por ejemplo, Banda del Río Salí, con más de 200 hombres, es la ciudad que más hombres tiene vigilando las calles. En Las Talitas no tiene un cuerpo propio, pero contrata a por lo menos 25 policías a través de servicios adicionales para que realicen esta tarea. En Burruyacu, sus vigías también trabajan a la par de hombres de seguridad. Pero en su caso son hombres de Gendarmería Nacional.

En Aguilares se da una situación particular. Los empleados del área de Defensa Civil, después de haber sido capacitados por la Unidad Regional Sur, son los responsables de hacer tarea de prevención.

En la capital funciona la Agencia de Protección de Espacios Públicos, un cuerpo integrado por unos 60 hombres que en 12 móviles controlan que no arrojen basura y que no dañen el mobiliario urbano. “Hay y proyecto para crear una Guardia Urbana, pero no con las características policíacas de otras ciudades. Va a seguir protegiendo espacios públicos y va a colaborar con la policía pero de manera preventiva”, indicó un funcionario capitalino.

Los legisladores también están preocupados porque cada vez son más los cuerpos de vigías que tienen armas que no son letales, pero que pueden matar y hacer que maten a sus portadores. Yerba Buena, Alderetes, Burruyacu y Banda de Río Salí, son por ahora las que cuentan con estos instrumentos, pero el temor es que esta tendencia se expanda. Mariano Campero, intendente de la Ciudad Jardín, confirmó que recibió llamados de varios de sus pares para averiguar detalles sobre su iniciativa.

La función es otro de los problemas que observó Valdez. “No sólo hacen tarea policial, sino que también pueden hacer infracciones de tránsito y atender cuestiones ambientales. Hay que crear un marco regulatorio porque puede terminar en cualquier cosa”, agregó.

Responsabilidad

“Entendemos que los jefes municipales se sienten presionados por los vecinos. Somos conscientes que ellos son los blancos de los cuestionamientos por el tema de la inseguridad, pero también deberían considerar que ellos pueden hacer otras cosas. También hace a la seguridad mantener el alumbrado público para que las calles sean mucho más seguras y el cuidado de los espacios públicos que son su responsabilidad”, destacó Valdez.

Todos los intendentes consultados en esta nota coincidieron en señalar que los resultados conseguidos fueron muy positivos. A pesar de que no cuentan con estadísticas para demostrarlo, señalaron que consiguieron lograron reducir el número de delitos. “Estamos convencidos de que nuestra idea sirvió muchísimo para que las calles bandeñas sean más tranquilas. El intendente no se equivocó a la hora de lanzar el programa de guardia”, señaló Marcelo Moreno, responsable de seguridad en Banda del Río Salí.

“Somos el único municipio que tiene a los vigías reglamentados por ordenanza, lo cual es fundamental. No somos un cuerpo parapolicial, actuamos en conjunto con la fuerza policial porque nuestra función fundamental es de apoyo”, explicó el intendente Sergio Venegas, de Alderetes.

Carlos Najar, titular del PE de Las Talitas, explicó por qué prefirió utilizar dinero en contratar policías de la fuerza y no en crear su propio cuerpo de vigías. “Creemos que se consiguen mejores resultados destinando esos fondos a la fuerza policial y no a un cuerpo propio. Es una inversión importante, pero ayuda mucho a controlar y a reducir los delitos. Con mayor presencia policial en las calles da mejores resultados”, comentó a LA GACETA.

Jorge Yapura Astorga, intendente de Tafí del Valle, es uno de los pocos que no pensó en crear un cuerpo de estas características. No dio demasiadas vueltas para argumentar su decisión. “No hay ni habrá. No estoy de acuerdo. Además no me puedo hacer cargo de gente que no está preparada para cumplir con esta tarea”, dijo.